domingo, 23 de marzo de 2014

Maria Cash

Julio, 2011
      El lunes 4 de julio de 2011 María Cash que en ese entonces tenía 29 años y se dedicaba a diseñar ropa, fue hasta la terminal de ómnibus de Buenos Aires, acompañada por su padre. Aproximadamente a las 20.00 abordó sola al micro de la empresa Mercobus con destino a San Salvador de Jujuy. Debía llegar a las 18 del día siguiente a San Salvador de Jujuy, la capital de una provincia del norte de Argentina. Se alojaría en la casa de su amigo, Juan Pablo Dumon. El plan era vender las prendas que ella misma diseñaba, cortaba y confeccionaba. Llevaba consigo solamente una mochila y una valija  grande roja, bastante llamativa.
Maria Cash nunca llegó al destino premeditado porque se había bajado antes, en Rosario de la Frontera, un pueblo en la provincia de Salta a 208 kilómetros del San Salvador de Jujuy. Su amigo atestigua que llegó a contarle por teléfono que se había bajado del micro porque se había sentido incómoda.
Ella había salido de su casa el lunes 4 de Julio. durante todo el martes su familia no pudo establecer ningún tipo de contacto y ya el miércoles 6, el nucleo familiar estaba alerta. No fue hasta las 17 de ese miercoles que María se comunicó telefonicamente con su familia. En ese llamado el alerta familiar se intensificó ya que la comunicación duró pocos minutos y, segun cuentan, María dijo que no estaba bien, que se había quedado sin dinero y que la comunicación se iba a terminar en cualquier momento. Finalmente la llamada se vió interrumpida y según las investigaciones esa llamada se realizó desde un pueblo llamado Pampa Blanca sobre la ruta 34. Fue en aquel entonces que la familia decidió alertar a las autoridades y radicaron su denuncia ante la Brigada de Investigaciones de Jujuy.
María era alta, bonita, de rasgos delicados y sonrisa perfecta. Además era muy simpática y agradable en
situaciones cotidianas. Era la única hija mujer de una familia de clase media de la capital de Buenos Aires. Estaba acostumbrada a viajar y además había vivido en momentos anteriores de su vida en otros lugares de la Argentina. La noche de ese mismo miércoles, en el que ella se comunicó "incompletamente" con su familia, a las 23:30 las imágenes de las cámaras de un peaje de la ruta, a 6 kilómetros de Salta, la ubicaron en esa provincia. María caminaba de forma extraña con su mochila al hombro. Se supo que esa madrugada se presentó en un Hospital llamado San Bernardo, en Salta. Pidió que la atendieran, pero se fue antes de que le tocara el turno.
Jueves y viernes deambuló por esa provincia. El martes, un día antes de hablar con su familia, se había comunicado con su amigo Juan Pablo desde Rosario de la frontera (pueblo en el que se bajó del micro que la llevaba desde Buenos Aires), y luego viajó a Santiago del Estero. Le contó lo del micro y le dijo que se había quedado sin plata. Él le compró un pasaje vía internet, lo cual fue comprobado por la justicia. Con ese boleto viajó desde Santiago hacia Jujuy. Allí llegó a las 8:30 de la mañana del miércoles 6. Se acercó a un taller mecánico para intentar cargar la batería de su celular que hacía horas estaba sin carga. No tenía crédito suficiente para realizar llamadas y el dueño del lugar, Carlos Aguilar, le prestó el suyo. Habló con la hermana de su amigo Juan Pablo, quien le ofreció que se tomara un remise hasta la casa de la familia, en las afueras de San Salvador. Ellos lo pagarían cuando llegara. Pero no lo hizo. Alrededor del mediodía, cambió otra vez de rumbo. La vieron en la entrada del pueblo Pampa Blanca. Hacía dedo en busca de alguien que la llevara en dirección sur. Ahí fue cuando llamó a su familia.
Un poco antes del medio día, en la mañana del viernes 8, María le escribió un mail a su familia, donde les pedía una serie de teléfonos, entre ellos el de la hermana de una amiga suya que vive en Salta. Eso no parecía ilogico para la familia, pero Maria no se quedó a esperar la respuesta del e-mail, lo cual hizo que la familia concluyera que estaba comportandose de manera muy extraña.

Según Máximo Cash, hermano de María, su hermana no estaba bien psiquiatricamente, por lo tanto no habría podido defenderse como siempre. Estaba más propensa a que le pasara algo. Según él fue buena suerte que no haya sufrido nada los primeros 3 o 4 días, pero luego quizas la suerte pudo haber cambiado.
Los peritos de Gendarmería opinan algo parecido ya que dicen que María estaba experimentando un alto grado de vulnerabilidad emocional que la habrían privado de ponerse a salvo frente a situaciones que podrían haber suponido un riesgo para su integridad física. Todo esto en base a los comportamientos y movimientos reconstruidos a partir de las filmacions, testimonios y llamados.   
El viernes 8, después de enviar el mail a su familia, María salió del locutorio sin esperar respuesta. Las cámaras del peaje la volvieron a tomar ahí, haciendo dedo y subiendo a una camioneta que la dejó en la rotonda de Güemes. Volvió a hacer dedo. La levantó Héctor Romero, un transportista de alimentos. La dejó, 20 kilómetros después, en un paraje sobre la ruta en el monolito de la Difunta Correa. Faltaba poco para el anochecer. Es lo último que se sabe de ella dos años después.

La familia y los medios iniciaron campañas para dar con el paradero de María Cash y el Gobierno de la Nacion Argentina también. Reiterados fueron los casos en los que personas dieron testimonio y aseguraron haber estado hablando con María Cash.
Es un misterio aún sin resolver. Hay muchas teorías, muchas hipótisis, pero nada certero. Lo último comprobable es aquella grabación de María haciendo dedo y subiendo a una camioneta. Y luego las incertidumbres.






Marta Ofelia Stutz


Noviembre, 1938

Antes del medio día, del sábado 19 NOV 1938, a Marta Ofelia Stutz, “Martita” su mamá le había dado permiso para que fuera a comprar el Billiken en el quiosco de la esquina. Nunca regresó. Nadie la volvió a ver, ni viva ni muerta.
Martita tenía nueve años y vivía en el barrio San Martín de la ciudad de Córdoba. Los Stutz eran gente modesta.
Como Martita no volvía, la mamá comenzó a preocuparse. Fue hasta el quiosco. Llamaron por teléfono al padre, que estaba trabajando en las oficinas del Molino Centenera. La familia, junto con los vecinos, empezó a buscar a la niña por todos lados.
Al día siguiente, los titulares de los diarios de Córdoba salieron a la calle con un terrible anuncio: "Desaparece una niña misteriosamente". "Toda Córdoba busca a una nena. Podría ser un secuestro." Debajo, la foto de Martita.
La policía de Córdoba se puso a buscarla frenéticamente.
Por ese entonces en Argentina se habían producido varios secuestros que fueron conmoción entre la sociedad y la prensa. Y muchos esperaban que en cualquier momento los captores de Martita fueran a pedir rescate. Pero ese pedido nunca llegaba. Acorde pasaban los dias, el pedido se hacía esperar. Y de hecho, nunca llegó.
Al desvanecerse la hipótesis del secuestro extorsivo, quedaban dos posibilidades: venganza o crimen sexual.
La policía intentó reconstruir el posible itinerario de la niña. El quiosquero se llamaba Manuel Cardozo y era de confianza “Martita compró la revista, cruzó la avenida y se fue rumbo a su casa”, diría después. Cuadrillas policiales y efectivos del ejército rastrearon la ciudad en busca de pistas. Dragaron el fondo de La Cañada. Entraron en los viejos túneles que se abren en las barrancas del Río Primero. Allanaron viviendas, chozas, depósitos, comercios. No quedó en toda Córdoba ningún presunto delincuente, ningún vagabundo, ningún sospechoso sin investigar.
Los testigos que la policía convocaba decían cosas distintas. Domingo Flores, un peón de Obras Sanitarias que trabajaba en el lugar, la había visto a Martita alejándose de la mano de una mujer rubia con un vestido floreado. Dos niños, Huguito Giménez de 7 años, y Antonio Cobos de 12, se presentaron para contar que habían visto a alguien parecida a la niña en el camino a Pajas Blancas, donde hoy está el aeropuerto de Córdoba, que entonces era un siniestro descampado. Fue -decían los pequeños testigos- un rato después de la desaparición. Iba en una voiturette verde, con la capota blanca baja. Según Hugo, la niña viajaba con dos hombres; según Antonio, con "un hombre gordo".
La policía buscaba ahora a una mujer rubia y una voiturette verde. La policía descubrió una voiturette verde circulando no muy lejos del barrio. Detenido el conductor, resultó ser un hombre gordo llamado Domingo Sabattino, con antecedentes policiales por tráfico de licores sin estampillar. Sabattino siguió siendo sospechoso y pasó tres años preso. Finalmente, se determinó que nada tenía que ver con la desaparición de Martita.
Uno de los tantos investigados es un conductor de tranvías llamado José Bautista Barrientos, de 31 años, casado con una partera no diplomada, especialista en abortos y tiradora de cartas. En el patio de tierra de la casa que ocupaban los Barrientos, la policía encuentra tierra removida. Cavan y aparece un colchón con manchas que parecían de sangre. Barrientos complica a un vecino llamado Humberto Vidoni, propietario de un horno de ladrillo en las afueras de Córdoba. La policía anuncia que se recogieron cenizas en ese horno, y que las mismas se correspondían a las de una persona. Vidoni, interrogado en el Departamento de Policía de Córdoba, fue literalmente muerto a golpes: era una piltrafa cuando lo llevaron al hospital San Roque en estado comatoso, donde falleció el día de Navidad de 1938. La investigación se había cobrado ya una vida. Según se averiguó después, las cenizas no pertenecían a una niña, sino a una persona adulta. De todos modos, en medio de la desesperada búsqueda, a nadie se le ocurrió averiguar de quién era y cómo había llegado a ese horno.
La opinión pública, conmovida por la tragedia de los Stutz, pide a gritos que se encuentre a Martita, o al menos su cuerpo, y que se castigue a los culpables.
¿Podía ser la desaparición de Martita una venganza familiar? Se investigan a fondo los parientes de ambas ramas: los Stutz eran de Nueva Helvecia, Uruguay, y los Ceballos, apellido de la familia de la madre de Martita, de Villa María. No había conflictos ni situaciones irregulares.


Quedaba una sola hipótesis: el crimen sexual.
Los diarios de Buenos Aires dedican creciente espacio al caso. Crítica titula: "Como los antiguos caldeos, el juez Achával emplea la astrología para resolver un crimen". Se habían consultado a diversos rabdomantes y adivinos convocados para encontrarla.
El gobernador Amadeo Sabattini, enfrentado al gobierno conservador del presidente Roberto Ortiz, presiona a la policía para que resuelva el caso. Pero el resultado de esa presión es catastrófico. La pesquisa se vuelve incongruente y errática, orientada por las delaciones: llegaron a recibirse miles de denuncias anónimas. Mitómanos y exhibicionistas envenenaron la investigación con mentiras y ocultamientos.
Sus confesiones hicieron perder mucho tiempo y no condujeron a nada . La policía intentó una y otra vez probar esta hipótesis: los Barrientos, oscura pareja conformada por un confidente policial o mafioso de pacotilla y su celestinesca esposa, proveían menores para la diversión a ciertos personajes influyentes de la ciudad. Alguien, quizá los Barrientos solos o en ilícita asociación, habrían raptado a Martita con esos fines y ella "se les quedó", por lo que fue necesario "hacerla desparecer".


Pero faltaba alguien a quien acusar: "el monstruo". Entonces apareció en escena un perfecto candidato a culpable: un hombre que merodeaba por la ciudad, que conocía prostitutas, que estaba en contacto con figuras públicas. Así aparece en escena el Ing. Antonio Suárez Zavala, de familia aristócrata, casado, con dos hijos, padre de familia ejemplar, era representante de un laboratorio y recorría la ciudad abasteciendo farmacias. Quien introdujo en el caso a ese hombre – que no tenía antecedente alguno-, fue una tal María Rivadero, una prostituta de 17 años, huérfana que había sido madre soltera a los 13, internada en el asilo del Buen Pastor (en aquella época era la Cárcel de Mujeres), pero que salía para realizar tareas en el servicio doméstico. En realidad esta era sólo una excusa, porque a lo que en realidad se dedicaba era a “trabajar la calle”. Esto fue la que reveló la huérfana: -Una tarde yo estaba en casa de una señora C., escuché a un hombre llamado Suárez Zavala, amigo de la familia; decía que le gustaban las menores. -¿Qué menores? -Niñas de 9 o 10 años.



A María se le sumó otra prostituta, una veinteañera llamada Laura Fonseca, que tenía a Suárez Zavala como cliente habitual y remachó el caso afirmando que, poco antes de la desaparición de la Stutz, el tal Suárez Zavala le "pidió chicas". Así se construyó la figura de Suárez Zavala como "el Vampiro de Córdoba". La defensa consiguió demostrar que los Barrientos traficaban con los favores sexuales de menores, incluidas algunas internas del hospicio, pero Martita Ofelia Stutz no estaba entre ellas. Antonio Suárez Zavala tenía un coche que no era una voiturette, sino un sedán Chevrolet, con el que se paseaba por toda Córdoba, pero no a la caza de presas incautas, sino para vender remedios a las farmacias. Si bien al hombre no le disgustaba tirarse alguna cana al aire -y alguna de sus "amigas", como la Fonseca, lo traicionó acusándolo sin piedad- no era más que un señor casado y con hijos en busca de alguna distracción. Las amistades del sospechoso con algunos policías y políticos le jugaron en contra. Contribuyó a su desgracia la incontinencia verbal de que hizo gala. Suárez Zavala fue incomunicado y el juez le dictó la prisión preventiva. Nunca admitió ser el culpable, ni siquiera bajo tortura. Pero el juez Abalos elevó la causa a plenario acusando a Suárez Zavala por secuestro y homicidio y a los Barrientos por grave complicidad.
La esposa y los hijos del acusado lo acompañaron, pero la prensa lo lapidó, y estuvo muy cerca de ser linchado. De hecho, la policía apenas consiguió salvarlo de la multitud que llegó a pegarle y escupirle cuando, el 19 de diciembre, ingresó en los Tribunales para comparecer ante el juez. Sólo una cosa le salió bien a Suárez Zavala. Aceptó defenderlo uno de los mejores abogados argentinos: el doctor Deodoro Roca, nacido en 1890, redactor del Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria, polemista vigoroso, antifascista visceral, progresista sin partido. Roca estaba convencido de que Suárez Zavala era un chivo expiatorio. A pesar de ser una figura muy respetada en Córdoba, una muchedumbre apedreó la casa de Deodoro, que, desalentado, renunció a la defensa. Pero una carta abierta que le envió la esposa de Suárez Zavala convenció al jurista para reasumir el cargo.
Desde muy distintas perspectivas, la desaparición de Martita fue considerada un símbolo de la decadencia política argentina: "Odiosa politiquería, infinitamente corrupta", y acusando a la "pasquinería" de oscurecer la investigación.
En abril de 1939 se cerró el sumario. Ni Suárez Zavala ni nadie pudo ser inculpado por homicidio, ya que al no hallarse los restos de Marta Ofelia Stutz no existía el cuerpo del delito. La acusación había sido por secuestro y proxenetismo. Suárez Zavala fue hallado culpable y condenado a 17 años de prisión. "Para ser culpable era poco y para ser inocente, mucho", se dijo sobre aquella sentencia que no conformó a nadie. El fallo del juez Wenceslao Achával fue apelado. Al emitir la sentencia definitiva, en enero de 1943, la Cámara del Crimen se dividió. El vocal Antonio de la Rúa consideró culpable a Suárez Zavala pero los otros dos camaristas, Alfredo Vélez Mariconde y Jorge Díaz, entendieron que las pruebas no bastaban para inculparlo. Por dos votos a uno se revocó el fallo de primera instancia: Antonio Suárez Zavala quedó en libertad. El acusado había estado cinco años en prisión. Cuando salió de la cárcel, se expatrió a Chile. ¿Qué fue de él? Se perdió en el anonimato. Otros crímenes y los infinitos vaivenes de una historia agitada hicieron que la tragedia de Martita Stutz fuera olvidada.
Un crimen que quedó impune. Una desaparición más que se sumó a la lista de desaparecidos en la República Argentina y en el mundo. Familias pobres, familias ricas, familias modestas... ninguna tiene por qué verse falta de justicia. Y mucho menos aún verse falta de un integrante de su familia.
Martita Ofelia quedó silenciada por los mismos de siempre, los amigos del poder. QEPD.

Taman Shud



   

Diciembre, 1948

El Caso Taman Shud, también conocido como el "Misterio del Hombre de Somerton", fue un crimen que no fue solucionado de hombre no identificado que fue encontrado muerto el 1 de diciembre de 1948 a las 06:30 de la mañana en la playa de Somerton, en la ciudad Australiana de Adelaida.
Considerado uno de los misterios más complejos de Australia, el caso fue tema de intensas especulaciones respecto a la identidad de la víctima, los eventos que llevaron su muerte y el que llevó a cabo el asesinato. A pesar de que las investigaciones estuvieron centradas en Australia, los misterios que envolvían el caso acabaron atrayendo la atención internacional y en distintas epocas de la historia, desde que se encontró el cuerpo hasta la actualidad.
Este hombre tenia apariencia "británica" y parecia tener entre cuarenta y cuarenta y cinco años de edad. Estaba en perfectas condiciones físicas. Media 1,80 metros de altura, con ojos color castaño-claro, cabello rubio y ligeramente grisáceo, hombros largos, cintura estrecha, manos y uñas sin señales de trabajo manual, con el primer y quinto dedo de los pies en forma triangular, como los de un bailarían o agricultor. Estaba vestido con una camisa blanca, corbata color rojo y azul, pantalón marrón, medias y zapatos, y, aunque el día y la noche estuvieran cálidos, un suéter tricotado marrón y una chaqueta marrón estilo europeo. Ninguna de sus prendas tenía etiquetas y no usaba sombrero, algo poco común en 1948, especialmente para alguien que vestía traje. No tenía cicatrices y no portaba documentación de identidad, lo que llevó a la policía a acreditar inicialmente que sería un caso de suicidio.
Cuando los policías llegaron al lugar del crimen, percibieron que el cuerpo no había sido perturbado y que el brazo izquierdo del hombre estaba en posición recta, y el derecho doblado. Un cigarrillo sin usar estaba atrás de su oreja, mientras que otro que había sido utilizado hasta la mitad estaba a la derecha de su chaqueta, alineado con su mejilla.
Testigos se presentaron para declarar que la noche del 30 de noviembre avistaron un individuo de apariencia similar parado en el mismo lugar, próximo a un Hogar para Niños Inválidos, donde el cuerpo fue posteriormente encontrado. Una pareja dijo que a las 07:00 de la noche vieron al hombre estirar todo el brazo derecho, y luego dejarlo caer lentamente. Otra pareja que lo vio entre las 19:30 y las 20:00 de la noche —tiempo en que las luces de la calle habían sido encendidas— contó que no lo vieron moverse durante la media hora en la que estuvieron a la vista de él, aunque tenían la impresión de que se había movido. Aunque habían comentado entre ellos que debía estar muerto porque no reaccionaba a las picaduras de los mosquitos, habían pensado que estaba borracho o dormido, y decidieron no investigar más a fondo.
Cuando el cuerpo fue descubierto a la mañana siguiente, permanecía en la misma posición observada por los testigos en la noche anterior.
Las cosas empezaron a ponerse tenebrosas cuando la policía notó que las etiquetas de toda la ropa de la víctima habían sido arrancadas. Con mucho esfuerzo pudieron determinar que el saco era de Estados Unidos... lo que complicó las cosas todavía más, porque sus registros dentales y huellas dactilares no coincidían con nadie que alguna vez haya vivido allí ... o en cualquier otro lugar del mundo. Era como si el hombre no hubiera existido nunca.
La fotografía del rostro del hombre fue publicada en un intento de que alguien lo reconociera. Hubo varios testigos que dijeron conocerlo, pero siempre se concluyó que se habían confundido de persona.
La última esperanza de que el misterio se resolviera eran los resultados de la autopsia. ¿Y qué dijo la misma? "Una salud excepcional, una empanada a medio digerir en el estómago, y una congestión en el cerebro y estómago que hubiese sido un claro indicio de envenenamiento... sino fuera porque no se encontraron ni rastros de veneno en el organismo.
El 14 de enero de 1949, una nueva vuelta de tuerca se dio en el caso cuando encontraron una valija marrón que se presume habría pertenecido al hombre en la estación de trenes de Adelaida. La valija y las ropas que contenía también tenían las etiquetas arrancadas. Ninguna otra información pudo ser obtenida a partir de ella.



Otro giro en el misterio, tal vez el más importante y al que le debe su nombre, fue cuando la policía encontró, seis meses después del hallazgo del cadáver, un bolsillo secreto en los pantalones del hombre. Adentro, sólo había un pedazo de papel enrollado con las palabras "Tamam Shud" impresas en él, que significan "terminado" o "finalizado". Los policías concluyeron que se trataba de un trozo arrancado de un libro. Cuando mandaron a analizar el mismo, descubrieron que pertenecía a una colección de poemas persas llamada "The Rubaiyat of Omar Khayyam".
Pero, como de costumbre, el descubrimiento sólo oscureció aún más las cosas. Los analistas descubrieron que el fragmento arrancado pertenecía a una edición muy rara del libro, ya que Edward FitzGerald, el traductor y compilador de los poemas, realizó dos revisiones posteriores, que fueron las más distribuidas.
Una vez más, la policía recurrió al público y publicó una foto del fragmento de papel descubierto. E increíblemente, dio resultado. Un hombre, que pidió la reserva de su identidad, presentó una copia de esa extraña edición del libro que encontró en el asiento trasero de su auto, el cual había dejado estacionado sin llave a pocos metros del lugar donde fue hallado el cadáver... ¡el 30 de noviembre de 1948! (sí, un día antes del hallazgo del muerto). Los policías revisaron la última página. Un pedazo había sido arrancado. Pericias de microscopio confirmaron que el fragmento encontrado en el bolsillo secreto coincidía con la página.
Pero los policías encontraron algo más en ese libro. y, como ya es costumbre en este caso, sólo aportó más confusión.
En la retiración de contratapa del libro habían sido escritas con lápiz cinco líneas de letras mayúsculas que no formaban ninguna palabra, de las cuales la segunda estaba tachada. Primero se pensó que se trataba de palabras extranjeras, pero luego se concluyó que era un código.
WRGOABABD
MLIAOI
WTBIMPANETP
MLIABOAIAQC
ITTMTSAMSTGAB

Un código cuyo patrón clave para descifrarlo aún no se ha encontrado al día de hoy, luego de pasar por agencias de inteligencia, matemáticos, astrólogos y criptólogos amateur. Todo esto llevó a pensar en un caso de espionaje, dado que la muerte ocurrió en los inicios de la Guerra Fría.
Cómo si un código indescifrable no fuera suficiente, en el reverso del libro también había un número de teléfono.
El teléfono pertenecía a una ex enfermera que vivía 400 metros al norte del lugar de hallazgo del cadáver. La mujer contó que, mientras trabajaba en un hospital de Sidney durante la Segunda Guerra Mundial, tenía una copia del libro The Rubaiyat, pero en 1945 se lo regaló a un teniente de la marina australiana llamado Alfred Boxall.
Cuando le mostraron una figura de cera hecha a partir del cadáver, la mujer dijo no conocerlo, aunque el detective a cargo anotó que "parecía estar a punto de desmayarse". También pidió que su identidad se mantuviera reservada, dado que "ahora era una mujer casada", lo que indica que tuvo algún affaire con Boxall.
La policía pensó que el cadáver pertenecía al tal Boxall pero lo encontraron y verificaron que tenía la copia intacta del Rubaiyat que le regaló la mujer, a quien se refería como "Jestyn".
Se cree que Jestyn conocía la identidad del hombre muerto, pero aún si esto fuera cierto se llevó su secreto a la tumba, dado que murió en 2007.
Poco se pudo hacer luego de este punto. El cadáver fue sepultado en 1949, la extraña copia del Rubaiyat con la palabra arrancada fue extraviada en 1950 y la valija fue destruida en 1986 dado que "ya no era necesaria".



Sin embargo, en 2009 un equipo de la Universidad de Adelaida se dedicó a investigar el caso. Sugirieron la posibilidad de un veneno indetectable en los cigarrillos del hombre. El código fue introducido en computadoras para rastrear algún tipo de patrón en los versos del libro en el que estaba escrito, pero se necesitaría una copia de la rara edición que se perdió en los años 50 para una aproximación exacta, y hasta ahora no se han encontrado más ejemplares de esta primera traducción.

Dos importantes descubrimientos se hicieron gracias al trabajo de este equipo de profesionales. El primero fue obra de Maciej Henneberg, Profesor de Anatomía de la Universidad de Adelaida, quien revisó fotos del cadáver y notó que tenía una extraña malformación en las orejas, presente en sólo un 1–2% de la población caucásica, lo cual podría ayudar a descubrir la identidad del hombre por medio de parientes con la misma condición.

A esto se sumó el hecho de que en mayo de 2009, el profesor Derek Abbott consultó con expertos dentales que concluyeron que el hombre encontrado tenía hypodontia, un raro desorden genético en los incisivos laterales, presente en el 2% de la población. Un año después, Abbott consiguió una fotografía del hijo de Jestyn: tanto sus orejas como sus dientes tenían las mismas malformaciones que las del cadáver. Las posibilidades de que esto sea una coincidencia se estiman en 1 en 20 millones.
Los investigadores suponen que el hijo de Jestyn, que tenía un año en 1948 y murió en 2009, puede haber sido un hijo ilegítimo que tuvo con el hombre muerto y que hizo pasar como hijo de su esposo. Un análisis de ADN sería de mucha ayuda, ya que limitaría las posibilidades. Sin embargo, en Octubre de 2011, el Ministro Público John Rau negó una exhumación del cuerpo indicando que "hace falta una razón de interés público que vaya más allá de la curiosidad de la gente o el interés científico para tal maniobra". 


El caso parece haber llegado al borde de una parcial conclusión cuando en 2011, una mujer contactó a Henneberg para comentarle que encontró entre las pertenencias de su padre una tarjeta de identificación perteneciente a un tal H.C. Reynolds, cuya foto era muy parecida a la del cadáver encontrado más de 60 años atrás.
Henneberg encontró similitudes anatómicas en la nariz, labios, ojos y, fundamentalmente, en las orejas. Pero el dato más contundente fue un lunar en la mejilla con la misma forma y ubicación que el que presentaba el muerto encontrado.
La tarjeta de identidad, numerada 58757, fue otorgada por los Estados Unidos el 28 de febrero de 1918 a H.C. Reynolds, certificándolo como ciudadano Británico de 18 años de edad. Los números cierran, dado que el cadáver pertenecía a un hombre de aproximadamente 40 años de edad.
No obstante, las búsquedas conducidas por los Archivos Nacionales de Estados Unidos, el Reino Unido y el Memorial de Guerra Australiano no encontraron registros de H.C. Reynolds. La policía australiana, que aún tiene el caso abierto, investiga la nueva información actualmente.

sábado, 22 de marzo de 2014

Maura Murray


Febrero, 2004
El domingo 8 de febrero de 2004 alrededor de las 19:00, la estudiante de enfermería de 21 años de edad, Maura Murray, es dejada por su padre en el dormitorio del campus la Universidad de Massachusetts, Amherst, a donde Maura solía asistir.  Lo que aquel hombre no sabía era que 24 horas después, su hija  iría a  desaparecer y no la vería nunca más.

Ese mismo fin de semana, todo parecía normal. Pasaron unos días entre padre e hija haciendo diferentes actividades y buscando comprar un auto usado. Salieron a comer y bebieron cerveza. Pero el sábado por la noche, después de tomar prestado el coche de su padre, Maura sufre un accidente. Maura se disculpó y el padre la perdonó ya que fue un accidente tonto. Se ponen de acuerdo en hablar la noche del lunes para revisar los formularios de seguros.

El lunes el 9 de febrero de 2004 por la tarde, después de conducir a 230 km al norte, a un destino desconocido, Maura sufre nuevamente un accidente de auto. Un residente cercano ofrece ayuda a Maura, pero ella se niega y le pide que no llame al 911. Aún así la policía llega en menos de 10 minutos; se encuentran con un escenario en donde  las puertas del vehículo estaban bloqueadas, las tarjetas de crédito y el teléfono celular de Maura no estaban y el resto de sus pertenencias estaban en el interior del coche.

La investigación arroja que las veinticuatro horas antes de la desaparición de Maura están llena de contradicciones. En un primer momento ella envió un correo electrónico a su novio en donde le avisa que va a ir a recoger los formularios de seguro y que regresará de nuevo con su padre para realizar los tramites. Pero unos minutos más tarde ella envia un correo electrónico a sus profesores advirtiendo que iba a ausentarse por unos días debido a la muerte de un familiar. Claro está que se verificó que ningun familiar había muerto en ese entonces.

Inmediatamente después del accidente, abundaron las teorías que rodean su desaparición. Inicialmente, la policía especuló que Maura era una fugitiva o suicida. Pero su familia está convencida de que algo le ocurrió a su hija esa noche misteriosa, algo que tiene que ver con el mundo criminal, la privación  de la libertad o algo semenjante.

 Con el paso de los días y las semanas, como es de esperarse en casos como estos, hubo afirmaciones de gente que vió a Maura caminando, conducinedo, o haciendo vaya uno a saber qué. Cerca del lugar del accidente, un residente local dice vio a una joven correr por un camino de tierra lateral a la ruta y segun la declaración dada por este sujeto, eso habría sido momentos despues de la hora en que se registró el accidente de auto protagonizado por Maura. Otro supuesto "avistamiento" implica un mensaje de voz dejado en el teléfono celular del novio de Murray unas 36 horas después de la desaparición donde el novio afirmó convencido de que era Maura quien estaba sollozando y temblando al otro lado de la línea. Otro fue en una tienda en Hillsboro, New Hampshire, donde una joven mujer con su descripción fue vista con un hombre mayor pidiendo ayuda en voz baja, como murmurando.

Nada se supo de Maura Murray. Las investigaciones exhaustivas llevadas no arrojaron información que asegure qué fue lo que pasó con Maura. Ella simplemente desapareció y nada ni nada fue testigo de aquel momento en el que nos dejó.

Actualmente se sigue investigando el caso de Maura Murray. Pero según dicen, hasta que no haya evidencia que lo clarifique, no pueden caratular el caso como presunto homicidio pero sí esta bajo investigación criminal.

Jaycee Dugard


    Junio, 1991

  Jaycee Lee Dugard desapareció el 10 de junio de 1991, cuando tenía solo 11 años, en el camino de su casa a la escuela, en California. Algunos testigos vieron cómo dos desconocidos la raptaban en un coche. En 18 años, nadie certificó su muerte, pero su madre y su hermana comprendieron que la esperanza de encontrar a la joven se iba disipando. Según datos del Gobierno, cada año más de 110 niños norteamericanos son raptados por personas que abusan de ellos o, en ocasiones, los asesinan. Jaycee se convirtió en una estadística. Pero el 26 de agosto de 2009 su madre, Terry, recibió una llamada en el trabajo. Había soñado miles de veces con aquel momento pero no lo supo anticipar: "Mamá soy yo, estoy bien". Con los gritos de Terry en su oficina ("¡Es mi hija, la han encontrado!") se cerraban 18 años de esclavitud sexual, de miserias mal entendidas, que la joven Jaycee ha relatado en un libro de reciente publicación en Estados Unidos, titulado Una vida robada.

Su captor estaba en libertad condicional dado que tenia cargos por abuso sexual y bajo esta condición era visitado regularmente por agentes para controlar su "buen comportamiento". Incluso siendo así, este hombre logró esconder durante casi dos decadas a la, primero niña y luego mujer, Jaycee Dugard en un asentamiento con carpas y tiendas de campañas que habia formado en el fondo de su casa.

Aquella mañana de junio de 1991 Jaycee fue raptada cuando iba a la parada de autobús para ir a la escuela, en South Lake Tahoe. En el camino, Jaycee se vio rodeada por un coche con dos ocupantes. Eran el violador condenado Phillip Garrido y su mujer Nancy, de 60 y 56 años, respectivamente. El hombre la acorraló y la paralizó con una pistola de electrochoque. Se la llevó a su casa en Antioch, a 270 kilómetros del hogar de Jaycee. La tuvo durante semanas esposada, sin vestirla, sin dejarle duchar. "Lo único que podía hacer era esperar a que mi madre viniera y me salvara", recuerda.

Jaycee perdió cuenta de los días y las noches, sola. No sabía qué hacía en aquellahabitación. Phillip se limitaba a traerle comida y desaparecer, hasta que un día se quedó un poco más. Y luego abusó de ella.
Algo tan grotesco fue la primera experiencia sexual de Jaycee, que desde entonces se convertiría en un juguete a merced de Phillip Garrido, sin llegar a comprender si lo que le pasaba era normal o no. Un día el captor le dijo que comenzarían a tener "carreras". En esas "carreras", Phillip se drogaba, con metanfetamina y marihuana, y violaba a la niña horas y horas. Le explicó que tenía un problema sexual y que la única forma de ayudarle, y evitar que atacara a otras niñas, era ofrecerse sin reparos. La ataba a la pared. La hacía disfrazarse de prostituta. La obligaba a ver películas pornográficas. Era una esclava sexual.
Phillip manipuló a Jaycee para aparecer como un salvador ante ella, su única defensa contra un mundo en el que su familia la había olvidado y en el que solo habitaban pederastas y violadores. Lo supo hacer magistralmente: dándole alimento y agua; dándole, después de semanas, un cepillo de dientes; regalándole juegos y mascotas; siendo la única persona con la que hablaba. Era captor y protector, dueño y salvador. "Me parecía que tenía una respuesta a todo", dice Jaycee. "Yo era como un conejillo que se dejaba consolar por un león".
Pronto, Nancy, la esposa de Phillip, entraría en el mundo de Jaycee. Primero, como una presencia amenazante, celosa de la llegada de la nueva concubina. Luego como una falsa cómplice, cuando Phillip dejó de violar a Jaycee con tanta frecuencia. Los dos embarazos de la niña provocaron un progresivo descenso en la frecuencia de las violaciones. La primera hija nació en agosto de 1994, cuando su madre tenía 14 años. Hasta entonces, Jaycee no había sabido cómo se engendraban los niños. Sólo vio su vientre crecer. Pensó que estaba enferma. Hasta que sus captores le dijeron que tendría un bebé. Ambos la asistieron en el parto, dentro de la jaula que era su casa. Alumbraría otra niña en noviembre de 1997.
Después de más de casi dos décadas como una esclava, Jaycee se acostumbró a no cuestionar el mundo. Dependía de los Garrido y a la vez les detestaba secretamente. Phillip era el padre de sus hijas. "Se me manipuló para que pensara que el mundo exterior era un sitio terrible, y que el único lugar seguro para mis niñas era quedarme allí, con su padre", recuerda. Colaboró con sus captores para evitar ser vista por los agentes de policía que pasaban regularmente por la casa para controlar a Phillip. Llegó a conocer a la madre de su carcelero, Pat, a quien le dijo que era una vecina, de visita. Comenzó a salir a ferias, a la playa, de compras, a hacerse la manicura.
aycee no dijo nada a nadie ni trató de escapar porque durante lustros no había hablado con nadie más que con los dos depredadores. "No tenía una voz propia y no le grité al mundo que era yo, que era Jaycee, aunque lo anhelara", asegura. De hecho, en casi dos décadas de tortura, Jaycee perdió su nombre. Philip le ordenó que no lo escribiera, por si alguien la descubría. Pasados algunos años, ya con sus dos hijas, queriendo olvidar quién había sido, pidió a los captores que la llamaran Allissa.
Phillip, su violador, se confió con los años. Salía a la calle con ella. Llevaba a sus dos pequeñas hijas en breves excursiones. Le llegaron a acompañar a una reunión que mantuvo con policías de la Universidad de California en Berkeley, a quienes pidó que le autorizaran una conferencia en el campus. Esos agentes sabían que había sido condenado por violación. Alertados por la presencia de dos niñas tan pequeñas con un pederasta, avisaron a la oficina de libertad condicional en Concorde, que le citó en sus oficinas al día siguiente. Phillip llevó allí a Jaycee. Le pidió que dijera que era una amiga que había huido con sus dos hijas de un marido abusador y se estaba alojando con él. Pensaba que así la policía dejaría de rondarle.
Ella, al principio, mintió, para proteger a Phillip. Pero su nerviosismo y la poca diferencia de edad con sus propias hijas hicieron sospechar a los agentes. Los Garrido fueron arrestados y condenados. Él a 436 años de cárcel y ella, a 36. Antes, cuando los agentes le preguntaron a la víctima su nombre, esta no pudo pronunciarlo, después de dos décadas callándolo. Tuvo que escribirlo en un papel: Jaycee Lee Dugard. Entonces comenzó su regreso a casa.
Jaycee escribió un libro con sus memorias, digno de comprar y de leer, para que nadie olvide una historia como esta.

Mary Celeste



Diciembre, 1872


La desaparición de la tripulación del Mary Celeste (ocurrida alrededor del 5 de diciembre de 1872) constituye aún hoy uno de los misterios marítimos más célebres.

El 5 de noviembre de 1872 zarpó, con el capitán Benjamín S. Briggs al mando, desde el puerto de Nueva York. La tripulación consistía en siete hombres, además de la mujer y la hija de dos años del capitán. Transportaban 1.701 barriles de alcohol industrial hasta Génova, Italia.
Un mes después, exactamente el 5 de diciembre, hacia las tres de la tarde, la tripulación del Dei Gratia, un barco que navegaba desde Nueva York hasta Gibraltar, avistó el bergantín cerca de las Azores. El capitán de este barco, David Reed Morehouse, conocía a Briggs, por lo que, cuando estuvieron los dos barcos lo suficientemente cerca y leyó el nombre, Morehouse se temió lo peor, ya que de inmediato se dio cuenta de que no había nadie en cubierta. El capitán mandó a algunos de sus hombres al Mary Celeste, para registrarlo y ayudar en lo posible. Al llegar al barco, no encontraron a ninguno de los tripulantes ni a la familia Briggs. La ropa de unos y otros estaba ordenada en sus respectivos cajones; no encontraron el bote salvavidas, el sextante, el cronómetro ni la bitácora. El diario de navegación se encontraba en el cuarto del capitán; la última anotación era del día 24 de noviembre, pero no señalaba nada relevante. Según el diario, el tiempo había estado revuelto, pero ninguna otra circunstancia de gravedad.
Después de esta inspección, la tripulación del Dei Gratia decidió llevar el bergantín hasta Gibraltar, para allí examinarlo mejor y encontrar una respuesta al misterio. Al llegar a puerto, sometieron al capitán Morehouse a diversos interrogatorios, ya que incluso se especuló que podía haberse puesto de acuerdo con Briggs para simular su desaparición y obtener algún beneficio de las aseguradoras. Al no descubrirse nada significativo, Morehouse, libre de sospechas, recibió una recompensa de alrededor de 8.000 libras esterlinas por el rescate del bajel.
En la actualidad aún se sigue buscando una explicación para lo ocurrido. La teoría que los jueces declararon oficial, supone que, debido quizá a una fuga de gases del alcohol que se transportaba, el capitán pensó que una explosión o envenenamiento general iban a tener lugar, dando la orden de desalojar el barco inmediatamente.
Hay alguna otra, como la que sugiere que la tripulación se emborrachó con parte de la mercancía a bordo y que, enfurecidos, mataron al capitán Briggs, a su mujer y a su pequeña hija, para después huir en el bote salvavidas. Sin embargo esto resulta difícil de creer, ya que el consumo de alcohol del tipo industrial que portaban es mortal. Además, no se encontraron rastros de un posible motín, aparte de unas manchas rojas en cubierta, que más tarde se comprobaría que no era más que óxido (otras versiones afirman que sí podía tratarse de sangre, pero posiblemente procedente del pescado que se usaba para cocinar.) También se sostiene que los tripulantes y el capitán hicieron una borrachera masiva, empezaron a alucinar por la falta de agua y se lanzaron al mar con un solo bote salvavidas al creer ver sirenas.
Otras explicaciones son quiméricas, como la que sostiene que toda la tripulación pereció por la acción de alguna monstruosa criatura marina, quizá un calamar gigante (o kraken), o la que cuenta que una banda de piratas capturó pacíficamente a todos los tripulantes. Lo único sabido es que el capitán Briggs, su mujer, su hija Sofía de dos años y los siete marinos restantes, desaparecieron sin dejar rastro en la inmensidad del océano.
Otra teoría, más reciente, relaciona la desaparición de la tripulación del Mary Celeste con la aparición de varias personas muertas, en el interior de dos balsas, cerca de las costas asturianas seis meses después de los sucesos acaecidos al Mary Celeste, noticia que se publicó en el periódico El Imparcial en mayo de 1873. Esta teoría es defendida por el periodista Francisco García Novell.
De todas formas todas estas son teorias basadas en especulaciones e hipótesis de trabajo.
La desaparición de la tripulación del Mary Celeste es un misterio que probablemente siga siendo un misterio por los siglos de los siglos.

Familia Gill




Enero, 2002

El 13 de Enero del año 2002, en una localidad cercana a Nogoyá, Provincia de Entre Ríos, todo el pueblo asistía al velatorio de Máximo Vega, un vecino de aquellas tierras. Entre todos los asistentes estaba la familia Gill, compuesta por José Mencho Gill (56 años), su mujer Norma Margarita Gallego (26) y sus cuatro hijos: Maria Ofelia (12), Osvaldo José (9), Sofía Margarita (6) y Carlos Daniel (3). Allí numerosos testigos afirman haber visto a la familia completa en la celebración de dicho funeral.

Esa fue la última vez que se vió a la familia Gill. A partir de ese entonces desaparecieron por completo, como si la tierra se los hubiese tragado, sin dejar rastros, huellas, indicios de nada.

A partir del 14 de enero de 2002 no hubo rastros ni indicios concretos que hayan permitido encaminar la búsqueda con algún viso de efectividad, a pesar de que tomaron intervención en la búsqueda la Policía de la Provincia de Entre Ríos, Policía Federal, Gendarmería Nacional e Interpol; y también se solicitó la ayuda de los Servicios de Inteligencia del Estado (SIDE).

La familia vivia en una Estancia llamada La Candelaria en donde el hombre realizaba las tareas del campo. En un principio se hicieron rastrillajes en el campo dado que una de las hipótesis era que el dueño de la estancia podría estar implicado. Pero cada uno de los rastrillajes, fue en vano.

Algunos años mas tarde, luego de incansable busqueda e investigación, se plantearon varias hipótesis para trabajar en diferentes campos y ampliar la búsqueda. Pero todas esas hipótesis, en las cuales se sigue trabajando actualmente, son creadas a partir de suposicipnes, ya que, cabe repetir, la familia no dejó ni un solo rastro, nadie los ha visto y no hay indicios de que se hubiesen escapado de algo.

La peor hipótesis es el desenlace fatal. Y esto se debe unicamente al tiempo que ha pasado desde la desaparicion y la falta de comunicación asi como la falta de indicios.

Otra hipótesis es que la familia completa haya sido secuestrada y privada de su libertad con fines de explotación. Eso podría haberse desarrollado en tierras argentinas o bien en algun país limítrofe. Aunque no se descarta se cree que es dificil que una familia entera sea secuestrada de esa forma y que no haya testigos ni indicios.

Durante la investigación se realizó una pericia psicológica a la familia. Con eso se descartaron algunas hipótesis dado que se descubrió que no pertenecian a ninguna secta ni tampoco a ninguna religión. También se supo que la José Mencho Gill, cabeza de familia, no tenía ninguna deduda monetaria ni estaba siendo amenazado por nada
.

Un dato que sí llamó la atención fue que mucha gente lo describió como una persona sensilla, alegre y siempre de buen humor. Pero que en los últimos días, quizas semanas, antes de desaparecer se lo vio callado y preocupado. Pero esa ultima información podría no estimarse dado que en casos como estos las especulaciones surgen inesperadamente.

Nada se sabe de este matrimonio y sus cuatro hijos. Y cada Enero, en Argentina se publica la misma noticia: "A X años de la desaparición de la familia Gill, aun no hay indicios". Es uno de los casos de los que pocos hablan pero que nadie puede dejar de olvidar. Un misterio inolvidable.

Aqui un link con un resumen de la investigación y otros testimonios del sitio web del Ministerio de Justicia de La Nación: Argentina http://www.infojusnoticias.gov.ar/provinciales/la-familia-desaparecida-doce-anos-despues-nadie-sabe-nada-de-los-gill-1164.html

viernes, 21 de marzo de 2014

El niño pintor

Abril, 1987


El 6 de abril de 1987, David Guerrero Guevara, más conocido como el 'Niño Pintor de Málaga' entre el reducido círculo que frecuentaba las galerías de arte de la ciudad andaluza por su maestría a la hora de manejar los pinceles incluso antes de saber leer, desaparecería sin dejar rastro. 

Con tan solo 13 años de edad, un buen día David puso rumbo hacia la parada de autobús más cercana de su domicilio, situada a unos 150 metros de su casa, ubicada en la malagueña barriada de Huelin. Su padre tenía la intención de acompañarlo, pero un asunto laboral se lo impidió. David iba ilusionado y nervioso a la galería de arte La Maison, en Calle Duquesa de Parcent, donde ese mismo día se inauguraba una exposición titulada 'Recordando la Semana Santa', en la que estaba expuesta una obra suya dedicada al Cristo de la Buena Muerte. Pero aquel autobús nunca vería subir al 'niño pintor'. Su rastro se desvanecería en aquellos fatídicos 150 metros que separaban la puerta de su domicilio de la marquesina del autobús. 

Entrada la noche, sus padres denunciarían su desaparición. Lo hicieron cuando se alarmaron por la tardanza de David y se enteraron de que ni siquiera había llegado a la galería. ”El día que desapareció acababa de exponer su primer cuadro e iba a conceder su primera entrevista a la radio. Sólo la familia y los más conocidos sabíamos que pintaba tan bien. Nunca lo llevamos a ningún sitio para exhibirlo. Desde que tenía cinco años se tendía en el suelo del salón a pintar, igual que su hermano…” recuerda su madre.

Los investigadores del caso tomaron como primera hipótesis una fuga voluntaria del menor. Una suposición que venía dada por el hecho de que aquel día en Málaga, la Reina Doña Sofía se encontraba en la ciudad y el despliegue policial de uniforme y de paisano había tomado las principales calles del recorrido de la monarca, entre las que se encontraba la calle de David. Pero esta hipótesis de fuga voluntaria se desestimaría rápidamente, ya que muchas fuentes allegadas a la familia descartaron dicha posibilidad. "Es un chico plenamente dedicado a la pintura y con un círculo de amistades que se reduce a los compañeros de colegio", sostenían. Sus profesores lo corroboraban. "Es un chico muy equilibrado y, sobre todo, muy metódico", decían.

Seguidamente, las investigaciones se centraron en el mundo de la pintura de Málaga, debido al conocimiento que tenían muchos en la provincia del enorme talento del joven. Una teoría, la del secuestro por parte de algún miembro de este ambiente cultural, que pronto perdería fuerza. El rapto por motivos económicos también fue pronto descartado, ya que nunca se solicitó ningún tipo de rescate.


Un año después de su enigmática desaparición, en 1988, una pista, que a posteriori resultó ser falsa, situaba a David Guerrero en Lisboa (Portugal). En 1990 se comenzó a investigar a un ciudadano Suizo de 70 años de edad que estuvo en Málaga entre marzo y abril de 1987, y, que con toda probabilidad, contactó con el niño pintor, investigándose la posibilidad de que fuera trasladado a Suiza. Esta hipótesis tomó bastante fuerza, ya que uno de los últimos dibujos realizados por David era la caricatura de un hombre que reflejaba fielmente los rasgos del ciudadano suizo. Pero esta línea de investigación fue cerrada en enero de 1990 debido al fallecimiento del principal investigado. 


La ultima pista que se tuvo sobre David Guerrero Guevara se remonta a dos años atrás. Entonces, la Interpol siguió la pista de un chico que pintaba y con el que guardaba similitudes en Irlanda, pero desgraciadamente no era él. 

El paradero de David Guerrero sigue siendo a día de hoy un misterio para todo el mundo. Una desaparición que Interpol calificó como 'extrema', etiqueta que queda para los casos en los que no se tiene ni un solo indicio. Simplemente, 'el Niño PNintor' se esfumó. Igual que en la 'evaporación' del 'niño de Somosierra', las preguntas sobre este caso todavía siguen en el aire. ¿Se marchó David por propia voluntad?, ¿Desapareció, entonces, en la puerta de su casa?, ¿Le estaba alguien esperando?, ¿Fue engañado?, ¿Por qué nunca dio señales de su paradero?, ¿Se fue a Suiza?, ¿Alguien le hizo creer que sería su mecenas y lo captó? 

Hoy David Guerrero rozaría los 40 años de edad, pero su foto aún es la de un risueño niño de 13 años.

El niño de Somosierra

Junio, 1986

       Durante la noche de San Juan de 1986, se produjo la desaparición más enigmática acaecida hasta la fecha en España. La desaparición de un niño de 10 años, tragado por la nada, después de un impresionante accidente de tráfico entre las provincias de Madrid y Segovia, concretamente a la altura de Somosierra. Un camión Volvo F-12, dispuesto a transportar una cisterna con 20.000 litros de ácido sulfúrico óleum, dispuso su marcha desde la localidad murciana de Las Cánovas hasta Bilbao, para desembarcar su mercancía en una empresa petroquímica. Al volante, el conductor profesional Andrés Martínez, al que acompañaban su esposa, Carmen Gómez, y el hijo de éstos, Juan Pedro Martínez Gómez. El Volvo F-12 repostó en la venta del Olivo, muy próximo a la localidad murciana de Cieza, y emprendió la marcha hasta la localidad de Las Pedroñeras, en Cuenca. A las 0:12 horas, la familia fue vista por el personal de la gasolinera. Después de echar una cabezada en una zona de descanso, volvieron a la carretera nacional 301 hasta Madrid. A las 5:30 de la madrugada, realizaron su última parada. El lugar elegido fue el mesón Aragón, en el término de Cabanillas, a pie del puerto de Somosierra. A partir de ahí empieza el enigma. El camión cisterna alcanza los 140 Km/h sin motivo aparente y en una de las variantes de la carretera nacional I, derrapó chocando frontalmente con otro vehículo de gran tonelaje. El camión se sale de la calzada y procede a impactar contra una hilera de vehículos que circulaban detrás. El Volvo F-12 se estrella posteriormente contra un árbol y se produce una brecha considerable en la cisterna, ésta acaba por desquebrajarse del todo y la totalidad del ácido es esparcido por toda la carretera, con el consiguiente caos circulatorio. La Guardia Civil después de presentarse en el lugar de los hechos y desviar el tráfico, comprueba la cabina del Volvo F-12 totalmente destrozada y dos ocupantes calcinados entre un gran amasijo de hierros. Estas personas, según los informes, son Andrés Martínez y su esposa, Carmen Gómez. La noticia saltó pronto a los medios de comunicación de todo el país. Hasta ese momento nadie conocía la existencia de un tercer pasajero. Pero fueron los abuelos del chico, desde su domicilio de Las Cánovas y tras presenciar el trágico suceso en las noticias, quienes se pusieron en contacto con los Cuerpos de Seguridad del Estado. La pregunta era clara: “¿Dónde está nuestro nieto? El nombre de Juan Pedro Martínez Gómez corrió como la pólvora en boca de todos. Había un tercer ocupante de aquel siniestro Volvo F-12. Un chico de 10 años y del que no se encontraban ni rastro por aquella zona. Sólo una goma de la zapatilla que según creen, llevaba el jovencísimo Juan Pedro en aquel desafortunado viaje. Hacia las nueve de la noche, el cuerpo de bomberos abre la cabina del camión para encontrar alguna pista del niño, pero no logran dar con ninguna pesquisa que les pueda llevar hasta el crío. Al mismo tiempo, el ácido continuaba fluyendo por la carretera y sus proximidades, con la amenaza de alcanzar las aguas de los afluentes del río Duratón. Al día siguiente la noticia era portada en toda la prensa del país, y casi todas con el mismo titular: “Alarma en Somosierra”. El caso de Juan Pedro Martínez, es uno de esos misterios que a día de hoy y por más que pasan los años, no se encuentra una explicación. Se peinó toda la zona, se buscó por toda la cabina alguna mínima pista, se repartieron miles de carteles con la foto de aquel niño vestido de comunión, e incluso se experimentó con el ácido para comprobar si éste fue el causante de una hipotética disolución, a lo que los expertos negaron, puesto que según esas investigaciones, para que eso ocurra, el cuerpo debería haber sido expuesto a una bañera artificial formada principalmente por los amasijos de hierro de la cabina y que el fluido de ácido hubiese sido renovado constantemente, cosa que no ocurrió, y aun siendo así habría restos orgánicos en los fluidos de ácido. Tras las primeras investigaciones de la Guardia Civil al llegar al lugar del accidente, se encontró en la cabina del camión de Andrés Martínez, el tacógrafo, el cual deja constancia de las paradas como de las aceleraciones cometidas por el vehículo, es decir, la caja negra del camión. En él se registro un cambio brusco de velocidad sin motivo aparente, llegando a los 140 km/h, dato al que nunca encontraron explicación alguna de por qué esa brusca aceleración. Otro de los detalles, es la observación de una furgoneta blanca, tipo Nissan Vanette, delante del camión kilómetros antes de llegar al lugar de los hechos y a gran velocidad, según algunos testigos. Pero el relato más curioso y enigmático del caso, es el de dos pastores de la zona, que fueron testigos del accidente y que así se lo hicieron saber a las autoridades. Estos dos vecinos de la zona atestiguaron que inmediatamente después del accidente y aprovechando la confusión y el caos propio del suceso, observaron a dos individuos de una altura considerable, de tez blanquecina y engullidos en unas batas blancas que les llegaban hasta los tobillos, sacar de la cabina del camión y posteriormente llevarse un gran bulto. De ser cierto, ¿quienes eran aquellos individuos? ¿Era ese gran bulto, Juan Pedro Martínez? Posteriormente también se recibieron numerosas llamadas que afirmaban haber visto a Juan Pedro Martínez en diferentes puntos de la geografía nacional, sobre todo en Bilbao, donde se aseguraban que el “niño de Somosierra” vagaba deambulando por una zona industrial de la capital vasca. Posteriormente las investigaciones de la policía desecharon esos testimonios al no encontrar ninguna prueba de ello. Han pasado muchos años, ha llovido mucho desde entonces, han corrido ríos de tinta sobre este conmovedor suceso y sobre todo muchas, muchísimas investigaciones, y todavía nos hacemos la misma pregunta que aquella noche de San Juan de 1986... ¿Qué fue de Juan Pedro Martínez Gómez, “el niño de Somosierra?


Oliver Thomas


Diciembre, 1909


El 24 de diciembre de 1909 la familia Thomas se preparaba para disfrutar un año más de una entrañable celebración. Durante todo el día los miembros de esta familia de granjeros del pequeño pueblo de Brecon, situado en Gales (Reino Unido), habían estado preparando la gran fiesta que, como cada año, reuniría a la familia y a varios amigos y vecinos. Todo parecía ideal para disfrutar de una noche de alegría en la que el espíritu de la Navidad lo impregnaba todo. Incluso el clima parecía querer unirse a la celebración, pues acababa de nevar y el campo estaba cubierto con una capa de nieve que convertía el paisaje en una postal. Al comenzar la cena todo era perfecto.


El guiso de la señora Thomas impregnaba el ambiente con un olor apetitoso, demostrando una vez más que era una excelente cocinera. Los niños jugaban y esperaban el momento de los regalos y los mayores conversaban animadamente. Nada hacía presagiar que algo acechaba a aquella gente, que el misterio se iba a materializar de forma trágica rompiendo para siempre la familia.

Gritos de socorro
La velada fue avanzando en medio de una conversación agradable. El cabeza de familia, Owen Thomas, era un excelente anfitrión, como había demostrado en anteriores ocasiones, y de su hospitalidad disfrutaban esa noche el comisario del pueblo, el veterinario y el pastor de una localidad vecina, todos acompañados de sus familias. En total eran quince personas. La fiesta avanzaba y la señora Thomas se percató de que se estaba acabando el agua. No había problema, a apenas unos metros de distancia de la casa tenían un pozo y solo había que ir con un cubo a sacar un poco de agua. Como los mayores estaban en medio de una agradable charla, decidió pedir a su hijo Oliver que saliese un momento a buscar agua al pozo. Una decisión que la pobre mujer lamentaría toda su vida. Oliver tenía once años, había ido en multitud de ocasiones a por agua al pozo y no le importaba demasiado dejar durante unos instantes el cálido ambiente que proporcionaba el hogar encendido. Afuera hacía frío, pero había acabado de nevar y se veían ya las primeras estrellas. El niño se calzó unas pesadas botas y, protegido con una bufanda que amorosamente le había colocado su madre, salió resuelto con un balde en la mano. Solo habían pasado unos instantes –después dirían los que se quedaron en la casa que apenas fueron diez segundos– cuando todos se estremecieron al oír un alarido del pequeño. Fue un grito penetrante, más que nada de sorpresa, que inmediatamente después fue seguido por llamadas de auxilio.



“¡Socorro, se me llevan!”, llegó a decir Oliver. Todos los presentes salieron corriendo hacia la puerta. Owen Thomas cogió su fusil, que colgaba de la chimenea, mientras exclamaba: “¡Un lobo!”. ¿Era posible que ese gran depredador hubiese atacado al muchacho? El veterinario, el pastor, otro granjero invitado… todos salieron portando armas, palos y una linterna. Pero en el exterior no estaba el pequeño, no había nadie. Pudieron seguir el rastro que el niño había dejado en la nieve: unas pisadas que se interrumpían bruscamente, como si hubiese desaparecido sin dejar rastro o algo lo hubiese alzado para llevárselo volando. Durante unos segundos, que parecieron eternos, cundió el desconcierto, pero aún quedaba algo que les helaría la sangre. Todos pudieron escuchar claramente de nuevo los gritos de Oliver, que, para sorpresa general, venían de encima de sus cabezas: “¡Socorro, me han cogido! ¡Socorro!”, le oyeron gritar. Todos los que lo estaban buscando quedaron anonadados. Miraban hacia el negro cielo, pero no eran capaces de ver nada. Ninguna pista, ningún indicio que les mostrase dónde se encontraba el niño y qué era lo que le estaba llevando hacia el cielo. Pidieron al chico que les indicase dónde estaba, pero el pequeño Oliver ya no dijo nada coherente, solo chillaba. Unos gritos de terror que pudieron oír durante casi un minuto los desesperados familiares y amigos, un tiempo eterno de impotencia en el que, para su desconsuelo, la voz del pequeño se fue volviendo cada vez más tenue, como si fuese subiendo y estuviese cada vez más lejos. Algo incomprensible había sucedido. Alguien había arrancado a Oliver del suelo y se lo había llevado volando. Aun después de la desaparición, y en medio del desconcierto, varios de los asistentes siguieron buscando con la lámpara alguna pista. Pudieron constatar que las huellas del muchacho sobre la nieve parecían normales, pero se interrumpían bruscamente a unos 20 m de la casa. A 2 m de las últimas huellas se encontraba el cubo, como si el niño lo hubiese soltado desde una cierta altura. El resto de la noche siguieron dando vueltas, llamándolo, intentando descubrir entre las tinieblas alguna pista que explicase el suceso.

Hipótesis descartadas
Al amanecer llegaron unos policías de Brecon, que registraron con detalle toda la casa, los alrededores y el pozo, al que bajaron. Pero no encontraron ninguna pista, nada que pudiese explicar qué le había pasado al pequeño y, sobre todo, dónde estaba. La única explicación que parecía plausible era que algo se lo había llevado volando. Pero ¿qué ave hay en el País de Gales capaz de levantar el vuelo con un niño de 11 años entre sus garras? Ninguna, ni la mayor águila podría hacerlo. Los aviones también quedan descartados, pues en 1909 la aviación todavía estaba poco desarrollada y, sobre todo, el ruido del motor sería claramente reconocible. Un silencioso planeador tampoco parece ser la solución, pues la ausencia de un sonido que le delatase no evitaría la posibilidad de maniobrar para capturar al niño y levantar el vuelo permaneciendo casi un minuto encima de la casa. Un globo habría sido difícil de maniobrar y, además, habría sido visto a la luz de las estrellas que brillaban en el firmamento.
El caso del pequeño Oliver, secuestrado por algo que bajó del cielo en la Nochebuena, quedó finalmente archivado como pendiente de solución. Es uno más de los que están a la espera de ser resueltos, algo en lo que casi un siglo después muy pocos confían. La gran cantidad de testigos, entre los que se encontraban personas de reconocida reputación, permite descartar que la extraña historia de la desaparición del niño fuese algún tipo de engaño, una mentira urdida para ocultar tal vez algún crimen. La falta de una solución al misterio de la desaparición de Oliver Thomas no evitó que en los años siguientes los niños de aquella zona viviesen la víspera de la Navidad con una mezcla de sentimientos contrapuestos. Era una fiesta de alegría, con regalos para los pequeños, pero sabían que algo inexplicable se había llevado volando al pobre Oliver. Tal vez algo había bajado del cielo, pero en lugar de traerle regalos se lo había llevado para nunca volver a ser visto. “Santa Claus es bueno y trae regalos, pero ¿existe algún ser malo que viene volando en la Nochebuena para llevarse a niños?”, preguntaban los pequeños de la zona a sus padres. “No, hijo –les respondían estos–, solo hay un anciano bondadoso que llega con regalos en un trineo tirado por renos mágicos.” Pero por las noches, sobre todo durante la víspera de la Navidad, los padres que pronunciaban estas tranquilizadoras palabras no perdían de vista a sus hijos en ningún momento. Sabían que si algo inexplicable se había dado cita una Nochebuena, podría volver a por otro niño.

Ave gigante o monstruo de otra dimensión
monstruos_conalas4

Durante casi cien años han sido muchos los intentos de explicar lo que le ocurrió a Oliver Thomas. Desde un primer momento se barajó la posibilidad de que lo capturase algún tipo de pájaro. En 1977 muchos se acordaron de este misterioso caso después de que se conociese el ataque de dos misteriosas aves negras a un niño de diez años llamado Marlon Lowe. El suceso tuvo lugar en Michigan (EE.UU) y no acabó trágicamente porque su madre intervino rápidamente y arrebató a su hijo de las garras de los animales cuando ya se estaban llevando por el aire al pequeño. Casos similares han ocurrido en diversos lugares del mundo y en buena parte continúan siendo un misterio, pues según los testigos no se trata de aves conocidas. En ocasiones se ha especulado que podría tratarse de algún superviviente de los teratórnidos, unos parientes del cóndor de los Andes que vivieron hasta hace unos 10.000 años en Norteamérica. Pero esas especies no se conocen en Europa. A veces las descripciones de las criaturas son aún mas extrañas, pues parecen reptiles alados como los que vivían en la época de los dinosaurios. Otra hipótesis recuerda que, según diversas tradiciones, durante momentos determinados del año, como la víspera de Navidad, de Todos los Santos o de San Juan, los límites de nuestro mundo parecen quedar mas difusos, siendo posible que salten hasta nuestra realidad entidades que normalmente no viven entre nosotros. Entidades que forman parte del mundo de monstruos como el chupacabras, el diablo de Jersey o el demonio de Dover y que han sido vistas en diversas ocasiones y lugares.

Elisa Lam


Enero, 2013

El 31 de enero de 2013 fue la ultima vez que se vio con vida a Elisa Lam, de 21 años y originaria de Vancouver, Canada. Era estudiante en la Universidad de British Columbia y se hospedaba en el Hotel Cecil de Los Ángeles, California. Un vídeo donde aparece el día de su desaparición aún con vida intentando utilizar el ascensor del hotel se ha convertido en todo un fenomeno en la red, sobre todo, por el extraño comportamiento que Elisa muestra en las imágenes; se le ve como desesperada, intentado escapar de alguien que en ningún momento aparece en el vídeo, incluso en un instante se ve como si Elisa estuviera hablando con alguien y le hiciera señas con las manos.

Hay quienes dicen que es una clara manifestación de psicosis, otros que pareciera estar bajo el efecto de alguna droga; en otros casos, se ha dicho que la chica estaba siendo atacada por una entidad sobrenatural. Pero el misterio no acaba aquí, a esto le siguen las extrañas circunstancias en las que fue encontrado el cadáver de la chica el 19 de febrero.

El vídeo muestra como Elisa Lam entra al ascensor y presiona todos los botones varias veces, enseguida se recarga en la pared como intentando ocultarse de algo; extrañamente el ascensor se atora y no cierra las puertas ni hace ningún movimiento; en un par de ocasiones Elisa se asoma al pasillo como para ver si su atacante se acerca. Se le ve muy asustada intentado escapar de algo que no es captado por la cámara.

De pronto la chica sale del ascensor y parece que habla con alguien, pero extrañamente no se ve con quien intercambia palabras; hace movimientos raros con sus manos; entra al ascensor nuevamente pero éste no funciona; al final Elisa decide salir al pasillo y seguir por su propio pie, extrañamente en cuanto se retira del lugar el ascensor cierra sus puertas y vuelve a funcionar. Elisa desaparece literalmente.

La policía buscó a Elisa Lam durante tres semanas, su fotografía apareció en televisión y en varios carteles colocados en las calles sin éxito alguno. El 19 de febrero, varios huéspedes del hotel empezaron a quejarse de la baja presión en el suministro de agua, además del extraño olor que despedía, por lo que la dirección del hotel envió a los empleados de mantenimiento a solucionar el inconveniente. Los depósitos de agua, de aproximadamente 2 metros de altura, se encuentran en la azotea del establecimiento; estando allí, al destapar uno de los contenedores hicieron un macabro hallazgo: el cadáver de Elisa en avanzado estado de descomposición flotaba en el agua.

Sin duda, una situación sumamente misteriosa, pues los directivos del Hotel Cecil han afirmado que para tener acceso a la azotea del edificio había que pasar por una puerta equipada con censor de seguridad que suena unicamente cuando ésta es abierta, y aquella noche no sonó ninguna alarma; Además, la pesada tapa del contenedor estaba cerrada, por lo que es imposible que Elisa se haya introducido ahí por voluntad propia y cerrara el contenedor desde adentro.

La autopsia realizada al cuerpo de Elisa arrojó que no presentaba signos de violencia, huellas de forcejeo o golpes de carácter accidental (al intentar escapar); el análisis toxicológico indicaba que no había consumido drogas, medicamentos o alcohol antes de su muerte. Finalmente, la causa oficial del deceso fue publicada como «muerte accidental por ahogamiento» al comprobarse que murió en el contenedor de agua; aún así, quedaron muchas interrogantes al aire, lo que convierte el caso en el más misterioso de los últimos años.

Como dato curioso cabe mencionar que en el Hotel Cecil se hospedaron asesinos seriales como Richard Ramírez o Jack Unterweger; ademas, llegó a ser patrocinado por Elizabeth Short, también conocida como La Dalia Negra, actriz que apareció descuartizada el 15 de enero de 1947, poco después de trabajar en la imagen del lugar.